Ovidio, fue un gran poeta romano que entre otras obras, escribió “La Metamorfosis”, en la que habla sobre las etapas de la humanidad, resaltando cuatro, la primera es la edad de oro, en la que el ser humano es casi perfecto, ético, responsable, coherente, íntegro, prudente y vive en total paz y armonía con la naturaleza, la segunda es la edad de plata, caracterizada por la degradación de las personas, ya no poseían todos los valores y eventualmente perdieron la paz y la tranquilidad en la que vivían, la tercera es la edad de bronce en la que los seres humanos son crueles y tendientes a las armas y finamente la edad de hierro caracterizada por la pasión de poseer, el ansia de tener cosas y en la que aparecen todo tipo de perversidades, carentes de todo valor ético.
Así, haciendo un paralelismo, podemos equiparar a los seres humanos de hierro a aquéllas personas que no están informadas de la vida pública, a las que no les interesa construir ni aportar al bien común, por el contrario, se dedican a destruir los esfuerzos comunes orientados al beneficio de la colectividad, en una palabra: corruptas; a los de bronce como aquéllas personas que se interesan poco en la vida pública pero que no participan, es decir, que permiten que otros tomen decisiones por ellos, sin ningún tipo de responsabilidad; a los de plata, como las personas que están medianamente informadas y que en ocasiones participan y en otras no, y finalmente, a los de oro como a aquéllas personas que no sólo se informan de lo que sucede en su colectividad, sino que participan de manera responsable en la toma de decisiones para la construcción de espacios públicos inclusivos en los que la pluralidad, el respeto a la diferencia y la compasión por la otredad sean los principios rectores de la conversación.
Así pues, recordando que la participación ciudadana fue la piedra angular respecto de la cual, se diseñó la organización y funcionamiento del Sistema Estatal Anticorrupción, como herramienta para vincular a la ciudadanía en las tareas eminentemente de prevención de la corrupción en nuestro Estado, es preciso que contemos con mexiquenses de oro, es decir, personas no sólo interesadas en participar en la prevención de la corrupción en su respectivo municipio y en nuestro Estado , sino que además estén oportunamente informadas de lo que acontece y sobre todo, que tengan como fin último contribuir al interés general y al bien común, desde su perspectiva ciudadana.
¡Mexicanos y mexicanas por patria y provincia!, como cantamos orgullosamente en nuestro himno estatal, y de oro, agregaría, son a quienes nuestro Sistema Estatal Anticorrupción convoca para involucrarse en las tareas de prevención de la corrupción a través de su participación activa, responsable e informada para construir de manera plural, inclusiva y respetuosa un Estado de México mucho más íntegro. Mientras lo estamos construyendo, ¡Continuemos la conversación!
Es importante resaltar, que esta alegoría no es de mi autoría, sino que la escuché por primera vez en una de las conferencias que, sobre Ética Pública, fue pronunciada por el Dr. Óscar Diego Bautista, catedrático de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de nuestra Universidad Autónoma del Estado de México.


