El 15 de septiembre de 1829 el entonces presidente Vicente Guerrero expidió un decreto por el que declaró abolida la esclavitud en México, sin embargo, 195 años después, la esclavitud continúa afectando miles de vidas tanto de mexicanos como extranjeros que transitan el país.
La esclavitud moderna, mejor conocida como trata de personas, no discrimina ni diferencia en ningún sentido, aunque a decir verdad los menores de edad y las mujeres se han vuelto el principal blanco de esta aberrante práctica. Atendiendo a lo anterior, fuentes oficiales determinaron que de enero de 2015 a febrero de 2024 se contabilizan 2 mil 467 niñas, niños y adolescentes víctimas de trata de personas en el país, de los cuales la mayoría fueron en el Estado de México.
De todas las actividades ilícitas que afectan tanto el tejido social como la integridad humana, la trata de personas es lastimosamente de las más sino es que la más lucrativa atendiendo a la lógica del consumo. Una sustancia ilícita se consume una sola ocasión mientas que las víctimas de trata son consumidas una y otra vez en en tan solo un día. Es por lo anterior que probablemente la industria de la esclavitud permanece siglos después incluso con ritmo creciente para vergüenza nuestra como humanidad, país y estado.
La esclavitud moderna es un problema no solamente serio sino también muy grave, no obstante, podemos hacerle frente comenzando por negarnos a aceptarlo como algo normal o intrínseco a nuestro país solo porque ha existido desde el nacimiento de México. Alzar la voz señalando el problema abre la puerta no solamente a un ejercicio de conciencia social sino también a incipiente incomodidad sobre las autoridades municipales, estatales y federales que tienen la obligación de salvaguardar tanto los derechos humanos como la integridad de todos los que habitamos y transitamos México.
Más allá de buscar justicia por propia mano la ciudadanía organizada tenemos la poderosa espada de la unidad y la protesta en contra de la injusticia. Combatir la esclavitud hoy comienza con señalar, alzar la voz, caminar por la libertad y denunciar hasta que todos seamos verdaderamente LIBRES.