*Ricardo Moreno
En las últimas elecciones en seis estados se pusieron de manifiesto varios aspectos sumamente relevantes por su impacto hacia el futuro.
Como habíamos anticipado política y aritmética son ciencias totalmente diferentes. En la política a veces las suma son restas, y las restas en ocasiones suman.
Esa es la moraleja que marca los pasados procesos electorales para gobernador en seis entidades del país. La Alianza “Va por México”, no pudo sumar su voto duro; por el contrario, el PRI y el PAN han perdido, según sea el caso, su voto duro.
El PRI cometió un garrafal error al sumarse a ese ejercicio. La aritmética no funcionó y ahora se encuentra en un auténtico problema.
Si bien el objetivo de la oposición al agruparse en la llamada Coalición “Va por México” era, según lo dijeron, salvar a la patria y detener el avance de Morena, lo cierto es que no solo no lo lograron sino que perdieron más de lo que ganaron.
El PRI y el PAN han perdido más votos de los que han obtenido juntos en esa coalición, de acuerdo con los datos electorales de los pasados procesos de gobernador.
Resulta que en 2016 la competencia electoral en las mismas seis entidades era entre el PAN y el PRI, ya sea solos o en diversas coaliciones con partidos ahora marginales como el Verde o el PRD.
En Aguascalientes, por ejemplo, donde ambos partidos junto con el PRD se aliaron obtuvieron el triunfo; sin embargo, de acuerdo con los datos publicados hasta el momento, habrían perdido más de 100 mil votos, pues en la anterior elección de gobernador el PAN obtuvo alrededor de 203 mil sufragios, mientras el Revolucionario Institucional habría alcanzado 190 mil votos.
La meta de esa coalición era alcanzar al menos los 400 mil votos, que garantizarían el triunfo sin problema alguno y reflejarían la supuesta aritmética político electoral, pero no ha sido así.
Hoy ambos partidos, junto al PRD, solo han alcanzado 295 mil votos. Un tercio menos de lo que se hubiera pensado. ¿Quién pierde? Para efectos políticos y electorales lo hace el PRI, puesto que la candidata Teresa Jiménez proviene del PAN y gobernará bajo esas siglas. Los priistas no cabrán en un gobierno panista en Aguascalientes, pues ahí existe una clase panista sólida que exigirá no ceder posiciones frente al PRI.
Otro estado relevante en este sentido es Hidalgo, donde la Coalición “Va Por México” fue derrotada por Morena, pero donde se aprecia con toda relevancia el efecto negativo de esa coalición para los intereses del PRI.
El PAN en 2022 obtuvo apenas 57 mil votos, mientras que seis años atrás habría alcanzado 338 mil sufragios. Es decir, el PAN no aportó prácticamente nada de su capital electoral ya que el mismo se trasladó hacia Morena que arrasó con más de 650 mil sufragios. Sin embargo, el PRI es quien más pierde en esta elección, puesto que de los más de 500 mil votos que obtuvo hace seis años, ahora solo tiene poco menos de la mitad al alcanzar 243 mil sufragios.
La mitad de los votos del PRI se esfumaron y se trasladaron a Morena que obtuvo el triunfo con más de 600 mil votos a favor de su candidato Julio Menchaca.
En Durango, donde hace seis años la competencia entre el PAN y El PRI era muy cerrada y la diferencia entre ambos era de apenas 25 mil votos, hoy el panorama es totalmente distinto.
El PAN que habría alcanzado los 322 mil votos hace seis años hoy solo ha alcanzado una tercera parte al obtener apenas 100 mil suficientes para alcanzar la gubernatura, pero si se aprecia con detenimiento el triunfo lo alcanza la Coalición “Va Por México”, con solamente 10 mil votos más de lo que obtuvo el PAN hace seis años.
Qué decir de Quintana Roo el PRI ha perdido hasta el registro local, toda vez que no ha alcanzado el mínimo legal del 3 % de la votación en aquella entidad.
Queda claro con estos resultados quién gana y quién pierde. La recuperación del electorado no es fácil.
El electorado tradicionalmente priista y panista decidió no apoyar esa alianza. No se sintieron representados y no asumieron esa contradicción programática. Los efectos serán de muy largo plazo.
En el imaginario popular quedará plasmada la huella de que “ni juntos ganan” y a nadie le gusta estar con los perdedores.
Los artífices de esta estrategia debieran pagar los costos de la misma. En cualquier partido del mundo su dimisión hubiese sido automática, pero en México no es así, porque esos partidos solo son franquicias de la mafia del poder y cuyo titiritero es Claudio X González.
Sin embargo, no estaría de más que dirigentes nacionales de esos partidos tuviesen un castigo como en aulas escolares ante su supino desatino: 100 planas a mano con la leyenda, ¡No debo hacer alianzas!