Actualmente estamos viviendo momentos significativos en la vida pública y política-democrática de México, ya que, con la llegada de Claudia Sheinbaum Pardo, como primera presidenta del país se rompen muros para que la participación de las mujeres se fortalezca.
Es una gran oportunidad para las mujeres tener un papel protagónico en la toma de decisiones trascendentes, porque su presencia se convierte en un catalizador para una transformación en la cultura política mexicana. Asimismo, representan nuevos liderazgos en cada uno de los espacios en donde se desarrollan, asumiendo distintos roles en las organizaciones y movimientos sociales.
Hay que tomar en cuenta que la lucha por la igualdad de género y el respeto a los derechos de las mujeres, ha sido una lucha histórica a través de la cual han demostrado que tienen amplias y demostradas capacidades, competencias y habilidades que les permiten desarrollar cualquier actividad y ocupar los cargos públicos más importantes; su esfuerzo y participación constante han sido esenciales para un cambio social más equitativo y justo, por lo que se tiene que seguir trabajando para que las mujeres sean elementos clave en la vida pública y política-democrática, y esto será posible no permitiendo ninguna forma de discriminación y estereotipos de género; asimismo erradicando la violencia física, verbal, psicológica; ni su tolerancia contra las mujeres lideres y activistas; rechazando cualquier actitud que minimice o ponga en duda las capacidades y logros de las mujeres.
En la parte del empoderamiento y la educación, tienen que invertir en la formación y educación de la ciudadanía, lo que generará más oportunidades para fortalecer los recursos y las capacidades, mismas que representan visibilidad en la diversidad del liderazgo, enriqueciendo la creación de redes de apoyo para compartir experiencias y estrategias que permitan enfrentar los desafíos que se presentan.
En conclusión, lo que robustece la vida política-democrática de las mujeres es, sin duda, su participación, porque que permite tener una sociedad más justa e inclusiva. Contar con lideres mujeres en los distintos espacios de toma de decisiones de alta jerarquía ha puesto de manifiesto que el tiempo de estas ha llegado, y por ende los beneficios que se logran trascenderán al ámbito político, ya que la inclusión de las mujeres con la responsabilidad que se les otorga enriquecen el debate político, porque se abordan de manera más integral y desde distintas perspectivas y enfoques los problemas sociales así como soluciones viables.
La diversidad en el liderazgo refleja a la población, que se trabaja con políticas más efectivas y representativas que genera interés a nuevas generaciones, y estas tendrán la convicción de participar con capacidad e idoneidad, fomentando así una cultura de igualdad y respeto en los ámbitos en donde se desarrollan. La participación de las mujeres también contribuye a la construcción de una democracia más sólida, de un sistema político que incluye la voz de toda la ciudadanía, independientemente de su género, lo que contribuye a tener un sistema más legítimo y eficiente.
Finalmente, es importante comentar que al asumir las mujeres los roles en la vida pública, política y democrática, su liderazgo se convierte en un motor para el cambio, impulsando a la sociedad hacia un futuro con mayores oportunidades para el bienestar social.
Por ello, en el tiempo de las mujeres en la vida pública y política-democrática no sólo hay beneficio entre ellas mismas, sino al contrario, enriquece a toda la sociedad, porque se llega en un plano de igualdad sustantiva, lo que es fundamental para construir un futuro donde todas y todos, tengan la oportunidad de contribuir y prosperar en lo social y económico.