La filosofa alemana Hannah Arendt en su obra “La Condición Humana” señala que “todas las actividades humanas están condicionadas por la pluralidad humana, ya que no es el hombre sino los hombres (y mujeres) los que habitamos la tierra y vivimos juntos entre semejantes…la verdadera política no puede ser más que la democrática”.

Y en efecto, la política la hacemos todos y no solo la visión de una sola persona, gobierno o político. Hoy en un mundo cada día más polarizado a punto de tener una nueva guerra entre naciones, es indispensable replantearnos nuestra condición humana actual y uno de esos replanteamientos son los derechos de la mujer.

Hace días, el mundo conoció a Mahsa Amini, la joven iraní de 22 años detenida por no traer bien puesto el Hiyab o velo islámico (el cual es obligatorio desde la Revolución Islámica en 1979 y vigilado por la patrulla “moral”), y posteriormente muerta por supuestas “complicaciones de salud”. Este hecho atroz nos debe de llamar la atención como sociedad, independientemente de la religión, ideología política o creencias que cada uno tengamos.

Lo sucedido a Mahsa no es ajeno a la sociedad mexicana y menos a la del Estado de México, que de acuerdo con diversos estudios es de los primeros lugares en feminicidio. Datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad del Gobierno de México, de enero a agosto del presente año, contabilizan 615 víctimas por feminicidio en el país, de los cuales 95 corresponden a la entidad mexiquense.

Organismos internacionales como Amnistía Internacional investiga y hace campaña para que los Estados garanticen que todas las mujeres y las niñas puedan disfrutar de los derechos humanos sin discriminación, para combatir la violencia que sufren por el hecho de ser mujeres y que los responsables de dicha violencia rindan cuentas; también la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), establecen que los Estados tienen la obligación de garantizar los derechos humanos de las mujeres, y a prevenir, investigar y sancionar todas las formas de violencia, así como reparar a las víctimas.

Entre los derechos de la mujer sobresalen los siguientes: Derecho a la vida, a no sufrir discriminación ni violencia por el hecho de haber nacido mujeres, a no ser maltratadas ni asesinadas por sus parejas o ex parejas, a no vivir con el miedo constante a ser agredidas sexualmente con impunidad,  a no ser discriminadas en el trabajo ni en el acceso a los recursos económicos y de producción, a la libertad y la seguridad personal. Tienen derecho a vestirse como quieran, a decidir sobre su cuerpo, su sexualidad y su reproducción sin coacción ni presiones, a expresarse libremente, a hablar alto y reclamar sus derechos sin miedo a ser encarceladas, perseguidas o asesinadas por ello, a igualdad de condiciones entre mujeres y hombres en el acceso a la educación.

Las mujeres Iranís, están demostrando y diciendo al mundo que las mujeres ya no están dispuestas a permitir más violaciones a sus derechos por parte de un gobierno, una religión o una ideología política. Hoy nos dicen las mujeres Iranís que la Condición Humana es la misma para hombres y mujeres y que una de esas condiciones es el goce total de los derechos humanos. Recordemos que la democracia no solo es una forma de gobierno, también es una manera de organizarse y convivir en sociedad.