Tras un par de años de gobierno morenista, en territorio mexiquense sigue de moda hablar de bienestar, o por lo menos citarlo el mayor número de veces posibles hasta conseguirlo en su totalidad. No obstante, en el aire común este tan ansiado término genera discusión y conflicto no solo por su conceptualización en sí, sino que también por su abstracto sentido de materialización.
Estar bien resulta uno de los conceptos más enigmáticos en nuestro vocabulario: difícilmente se encuentran consensos sobre qué es estar bien y quién o quiénes se encuentran bien. Esto, desde una perspectiva propia, se gesta en la cultura de egoísmo que impera en la actualidad. Y aunque para nada pretenda esta opinión convertirse en una clase de moralidad, resulta imposible ignorar el comportamiento natural y preferente de los individuos cuando se está trabajando constantemente para entender y atender a la sociedad.
Por mucha desconfianza que la siguiente premisa genere, quienes buscamos o trabajamos para el beneficio de la mayoría o de algún grupo vulnerable en especial lo primordial es lo que resulte mejor para el mayor número de personas beneficiadas por encima de lo que beneficie a alguien en particular o a uno mismo; siendo por ahí donde está sembrada la semilla de bienestar que regularmente, por cierto, desagrada a quienes son fieles creyentes y profesos de la cultura del esfuerzo.
Con lo anterior no estoy posicionándome en contra de trabajar y hacerlo con denuedo: de hecho, respaldo por completo el que todas y todos trabajemos con excelencia, a la medida de nuestras capacidades u oportunidades, para que en conjunto podamos conseguir el máximo beneficio para la mayoría, y no solamente para uno solo y los suyos.
Al planteamiento de tomar las oportunidades que se presentan y ejecutarlas al máximo para así beneficiarnos y compartir con otros dichos beneficios, ya sea a través de instituciones públicas o privadas, se le conoce lisa y llanamente como bienestar, el de verdad. Y ojo, porque este planteamiento excede terminantemente las corrientes políticas o los modelos económicos. Bienestar alumbra hacia el ser humano que encuentra gran costo de oportunidad al maximizar el beneficio colectivo por encima de satisfacerse hasta quedar obeso de consumo y autosatisfacción que, más que ser la evidente recompensa de su esfuerzo o trabajo, representan los mecanismos más evidentes de alimento para el egoísmo y la extracción social.
En cortas palabras, bienestar se trata de consumir menos para compartir más. Consiste en recibir lo justo, es decir, la retribución a tu trabajo para voluntariamente y sin que nadie te lo exija disfrutarlo en compañía de quienes nos rodean, especialmente quienes están en desventaja, para que juntos podamos gozar de verdadero bienestar.