El sistema político mexicano ha sido caracterizado históricamente por dos pilares que lo sostienen y distinguen, un presidencialismo fuerte (autoritario) y la inexistente vida democrática en los partidos políticos. Así quien detenta el poder, sea en el gobierno o en un partido, reproduce aquel apotegma de Robert Michell “Quien habla de poder, habla de dominio, y todos los dominios presuponen la existencia de una masa dominada” (Michels; pág. 168 T II) sea por un líder o por un P.P. (partido político) la llamada “Ley de Hierro” de los P.P. establece una prevalencia de esta minoría organizada sobre la mayoría desorganizada. El líder/burocracia partidaria siempre se imponen sobre los militantes.
Hay excepciones, claro, Fox en el 2000, Calderón en el 2006 y AMLO en 2014/2018. Los dos primeros retaron el poder central de la burocracia partidaria y ganaron la candidatura primero y luego la elección. AMLO por su parte, ha seguido una ruta más larga e igualmente efectiva; rompió con su partido (PRD) y creo uno nuevo (Morena) para acceder al poder, adicionalmente, dichos procesos fueron acompañados de un cambio de hábitos de consumo entre los electores jóvenes que han venido creciendo y generando diversos cambios en la forma de hacer política.
Todos los partidos políticos son estructuras oligárquicas que administran, dirigen y manipulan el poder a su conveniencia. Entre más sofisticado y eficaz sea su dirigente mayores registros les reporta a las organizaciones políticas que representan y con ello consiguen la argamasa que mantiene unidad a la clase dirigente y a las masas; la lógica del incentivo. Quien detenta el poder lo distribuye, lo administra bajo parámetros de lealtades y compromisos que, siendo evidentes, no siempre son del dominio público.
El proceso sucesorio en el Estado de México puede explicarse bajo las notas previas; tanto Del Mazo como AMLO eligieron a sus candidatos prácticamente desde el 2018 y solo fueron labrándoles el camino para refrendarles su apoyo cuando los tiempos llegaran.
Bajo qué premisas o elementos de análisis tomaron la decisión, es muy difícil si no que imposible, determinarlo. Sin embargo, habría un par de enfoques que ayudara a explicarlo
- Imagen del candidato
- Representación social o arquetipo digital de las y los electores
En este sentido parece claro que ambas organizaciones políticas privilegiaron géneros, posicionamiento público y un arquetipo digital de las y los electores.
La lucha será por el electorado “apartidista” que hoy en día representa el mayor sentimiento electoral en el país y evidentemente en el Estado de México. Dicho lo anterior a qué arquetipo representa cada candidata:
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Cada equipo de campaña definirá la estrategia en función de dos realidades concretas para el caso local; tenemos un electorado dividido y francamente polarizado. Quien defina mayor sus objetivos y elija mejor sus estrategias podrá acercarse al triunfo.
Sin olvidar que los electores mexiquenses son volátiles y beligerantes, en las ultimas elecciones la alternancia a nivel municipal lo demuestra (véase tabla 1). Así mismo, el voto retrospectivo es una constante en el comportamiento y cerca de 62.4% de los municipios tiene entre 2 y 4 alternancias en poco más de 25 años (1996-2021), lo cual se refrenda con los últimos resultados de 2021, en los que Morena perdió en algunas ciudades en las que podría identificarse una fuerte presencia de la clase media (tales como Tlalnepantla, Toluca, Atizapán de Zaragoza, Cuautitlán Izcalli y Coacalco).
Tabla 1. Número de municipios que registran de cero a ocho alternancias (Estado de México 1996-2021)
Número de alternancias | 0 | 1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 |
Municipios | 1 | 9 | 22 | 33 | 23 | 15 | 16 | 5 | 1 |
Fuente: elaboración propia.
Si tales aproximaciones fueran certeras, resulta claro estadísticamente que Delfina podría tener mayor campo de aceptación entre los electores del segmento más popular y los propios apartidistas asociados con AMLO, mientras Alejandra del Moral podría representar de mejor forma a los segmentos de clase media y claramente “antiobradoristas”, se trata de una dicotomía autoexcluyente y claramente alimentada en las clases. En sus primeros eventos, ambas opciones políticas han recurrido a las prácticas tradicionales, primero con sus estructuras y posteriormente con los recorridos territoriales para preparar el camino futuro. Serán aproximadamente 90 días de un escarceo entre ambos ejércitos y en medio de dicha articulación se constituirán los acuerdos para integrar coaliciones o candidatura común (14 de diciembre al 14 de enero).
El primer gran reto, en consecuencia, será determinar el tipo de alianzas que se construirán y el diseño del arquetipo distrital al que cada bando se inclina. Serán días de ensayo y error, pues el arranque de campaña aún está lejos; todo comunica, y veremos quién conecta con el mayor grupo de electores mexiquenses apartidistas, de quienes nos ocuparemos en una próxima entrega.