¡Ayúdate! Que yo te ayudaré

 ¡Ayúdate! Que yo te ayudaré

Mi abuela acostumbraba acompañar cada consejo que nos daba tanto a sus hijos como a sus nietos con un “como Dios dice -ayúdate que yo te ayudaré-“. ¡Cuánta razón tenía!

Ha sido una constante en este espacio hablar sobre las juventudes tanto mexicanas como mexiquenses. Se han dedicado por lo menos tres artículos al hilo para señalar el desinterés que las autoridades de los tres niveles de gobierno tienen cuando se trata de atender las necesidades de las y los jóvenes; estadísticas, cifras presupuestales, testimonios y más han constituido el archivo de evidencias en este sentido, no obstante, hasta ahora llega a reflexión una pregunta obligada: ante esta realidad, ¿Qué están haciendo las juventudes?

No está de más hacer conciencia de nuevo sobre cuántos y quiénes somos las juventudes en el Estado de México. Una tercera parte de la población mexiquense se encuentra entre los 12 y los 29 años de edad, lo que por ley constituye a casi 6 millones de habitantes en jóvenes; por otro lado, los votantes jóvenes ascienden a más de 4 millones de habitantes, es decir, también un tercio de los electores del estado.

Recapitulando, por lo menos en los números, que casi nunca mienten, el destino del Estado de México está en manos de las juventudes, ¿por qué en la praxis no es así? ¿Por qué en períodos electorales las juventudes se vuelven irrelevantes a pesar de representar numéricamente la elección? ¿Por qué sí las y los jóvenes son la fuerza de trabajo y producción del estado no se les da las atenciones mínimas ni se les garantizan sus derechos humanos? ¿Por qué ni siquiera la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de México nos reconoce?

Hay pocas respuestas pero muchas ideas en el aire. Quizá hemos pasado más tiempo buscando realizarnos que relacionarnos y así terminamos divididos, debilitados e irrelevantes. Hace 60 años Octavio Paz escribió “Canción mexicana” reflexionando sobre la herencia y responsabilidad que su generación heredaba frente a los desafíos nacionales; hoy podemos cantarla así:

Canción mexicana XXI

Mis abuelas, haciéndome de comer,

me hablaban de Cárdenas, Pancho Villa,

el general Fierra y la Revolución Mexicana.

Y el aire olía a esperanza.

Mi papá, conduciendo a la escuela,

me hablaba de Cuauhtémoc Cárdenas,

el Ché Guevara, Rosario Ibarra y el socialismo.

Y el aire olía a esperanza.

Yo me quedo callado:

¿De quién podría hablar?

Alexis Olvera Pino

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