Durante el mes de octubre del presente año, se ha estado llevando cabo, en diferentes espacios, la conmemoración del 68 aniversario del voto femenino, en donde se reconoce exponencialmente que la mujer tiene el pleno derecho de votar y ser votada.
Es importante recordar que el voto de la mujer en nuestro país, surgió como asidero para que el género femenino tuviera las condiciones mínimas deseables, y pudiera participar en los espacios de la toma de decisiones, como lo son en los ámbitos: económico, educativo, laboral, político, social, entre otros. Es menester reconocer todo lo que se ha logrado a lo largo de la historia, como la implementación de acciones afirmativas que se llevan a cabo en diferentes espacios, las cuales son trascendentes para impulsar los derechos de este este grupo que ha sido invisibilizado y, por tanto, vulnerado en sus derechos humanos a lo largo de la historia.
La lucha por defender la participación de las mujeres en diferentes ámbitos, ha permitido lograr que haya una igualdad sustantiva entre hombres y mujeres y que, además, su intervención sea en las mismas condiciones, en un plano de igualdad y equidad frente al género opuesto.
Con la importante reforma que se tuvo en el año 2014, se consolidó acertadamente el principio constitucional de paridad, ya que, desde entonces, se ha garantizado de mejor manera la participación de las mujeres, principalmente, en las contiendas electorales.
Pero todavía nos falta mucho por hacer, como por ejemplo se deben abatir las prácticas que se llevan a cabo respecto de simulaciones que realizan algunos actores políticos, como la autoadscripción; inhibir patrones culturales que reflejan prejuicios de poder y sometimiento; asimismo la violencia política en razón de género que no ha terminado, y es lamentable observar que ésta aumenta y se materializa de distintas formas. Por ello, es importante generar e implementar nuevos mecanismos y procedimientos que ayuden a erradicar esta violencia, y así se garantice la participación plena de las mujeres en todos los espacios de la toma de decisiones.
A pesar de los esfuerzos que han realizado los Estados por llegar a la igualdad cuantitativa y cualitativa entre hombres y mujeres, observamos que, en los espacios de decisión, hay mujeres que han demostrado que tienen preparación, capacidad e idoneidad para ocupar cargos de alto nivel, y no son votadas, sin que medie algún fundamento ni sustento que justifique asertivamente que no son aptas y, por lo tanto, no merecen el cargo.
Finalmente, hay que subrayar que el derecho que tienen las mujeres de integrar órganos en los que se lleva a cabo la toma de decisiones, es incuestionable, lo que da lugar a que la participación de la mujer sea plena, además, se debe atender el arduo trabajo que se ha llevado a cabo en cuanto a reformas que garantizan su inclusión y la debida protección de sus derechos humanos, entre ellos, los político-electorales.
El camino que falta por recorrer constituye un reto muy grande, porque hay que garantizar a las mujeres el pleno ejercicio de votar y ser votadas en condiciones de igualdad, así como el reconocimiento a su trayectoria, profesionalismo y dedicación, lo que permitirá que verdaderamente hablemos, en su conjunto, de una efectiva participación en los espacios de la toma de decisiones transcendentes y, esto sólo se puede lograr con la colaboración honesta de quienes tienen la atribución y facultad de decisión para que las mujeres sean debidamente incluidas.