Solo un camino

 Solo un camino

Parece que solo tenemos dos enfoques recurrentes con respecto al gobierno: la revolución y la dictadura. Con cada revolución está la promesa de libertad y, sin embargo, de forma infalible, cada revolución nos produce una nueva dictadura. Con el tiempo, los oprimidos se convierten en los opresores. Lo que la historia ha demostrado es que necesitamos algo más que un cambio de gobierno; necesitamos un cambio de corazón.
Erwin Raphael McManus

El proceso electoral nos torna lo suficientemente críticos como para darnos cuenta, al menos una vez cada tres años, que la política es demasiado importante y trascendente para dejársela exclusivamente a lxs políticxs. En esta temporada nos llenamos tanto de sentimientos como de pensamientos encontrados que, regularmente, terminan en desilusión ciudadana ya sea porque no resulta vencedor el proyecto que se respalda o porque a pesar de resultar vencedor, las ideas y propuestas que plantea no logran materializarse, por las razones que sean.

Cíclicamente, la ciudadanía se ha mantenido en el proceso de interés, esperanza, participación y decepción hasta extremos criticables; pero lo alarmante no ha sido el proceso en sí, ni tampoco la indiferencia que ante el hartazgo se ha presentado por temporadas, sino la carencia de alternativa.

Sería no solo irresponsable sino también irrespetuoso no reconocer la ardua labor que generación tras generación ha realizado para ofrecer a la sociedad soluciones efectivas a los problemas de siempre; no obstante, también sería irracional no reconocer que esas soluciones se han quedado cortas, mochas y hasta truncadas. En México no ha existido movimiento, revolución o persona que haga justicia completa y traiga bienestar real, al menos no en las últimas décadas.

Entonces, ¿estamos perdidos?

En apariencia si, incluso condenados. Hay cierto grado de consenso social que respalda esta contestación, no obstante soy de quienes piensan que aún hay más; no otra vía u opción alternativa sino solo UN CAMINO que es verdad y nos da vida.

Hace más de 100 años una de las mentes más prominentes de nuestro país, el maestro Antonio Caso, describió este camino a uno de sus más queridos estudiantes: <<Ve y comete actos de caridad … tu siglo es egoísta y perverso. Ama, sin embargo, a los hombres de tu siglo, que parecen no saber ya amar, que solo obran por hambre y codicia. El que hace un acto bueno sabe que existe lo sobrenatural. El que no lo hace, no lo sabrá nunca. Todas las filosofías de los hombres de ciencia no valen nada ante la acción desinteresada de un hombre de bien>>.

Por encima de la política, la economía, el arte, la religión y todo lo demás se encuentran los actos buenos, aquellos que se sobreponen a toda lógica y que hacen justicia de verdad incluso antes de aplicar la ley; son todas esas acciones que están más allá, las extras. Como habitantes de este país y sus estados estamos obligados a actuar en un mínimo que la ley o la sociedad dictaminan pero se encuentra en nuestro libre albedrío elegir más: poner la otra mejilla, entregar la capa o cargar la milla extra.

No importa que tan perdidos estemos o cuántos fracasos hemos experimentado como sociedad; a mayor número de actos buenos y ciudadanos de bien materializaremos el milagro colectivo de la justicia y el bienestar para todxs.

Alexis Olvera Pino

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