Las y los mexiquenses arrancamos el 2023 con la incertidumbre de enfrentar uno de nuestros mayores temores: un proceso electoral. Como mexicanos por patria y provincia entendemos bien que más vale malo conocido que bueno por conocer; no obstante, en lo profundo de nuestra conciencia queremos algo más, queremos esperanza y transformación, pero no de slogan político, sino de verdad.
A todo ser humano le asusta la transición; las y los mexiquenses no somos la excepción y menos cuando está en juego nuestra integridad, especialmente la de nuestras familias. Sin embargo, qué hacer cuando elegir no es suficiente, cuando las opciones se quedan cortas; qué hacer cuando, en apariencia, lo que ahora está mal pareciera mejor a lo ofrecido para el futuro, como progreso o bienestar. La transición deja de ser incertidumbre para convertirse en fatalidad.
Para agregar una raya más al tigre, como si no tuviera suficientes ya, el Estado de México es profundamente religioso al grado inquisitivo cuando se trata de política. Los partidos políticos más que afiliados o partidarios tienen fanáticos que aparentemente están dispuestos a matar o morir con tal de que “Su Santidad” (candidato o candidata) gané la elección. Con esto no podemos ignorar que en el proceder religioso siempre existe polarización, dos bandos, los malos y los buenos, el cielo y el infierno, pero sobre todo un espacio enorme para los olvidados o mejor dicho el purgatorio para las y los ignorados.
Si este año electoral el panorama es tan poco alentador; si la mayoría encontramos nuestro espacio común en el purgatorio al no comulgar con alguna candidata o candidato, no tenemos otra opción que la apostasía, ejercer la libertad del renegado que no solo expresa públicamente su inconformidad frente a las opciones sino también exige explicaciones, en especial soluciones.
Hay más poder en el purgatorio de los renegados, en el espacio donde nos encontramos la mayoría de las y los ciudadanos del Estado de México, que en las legiones pseudo angelicales de las alianzas entre partidos políticos. Las y los mexiquenses no solo podemos elegir quién nos gobernará, también podemos desde ahora exigirle cómo queremos que lo haga, si concentramos nuestras voces en una voluntad común, la cual nos dé voz desde la ciudadanía real.