EL COSTO DE LA SIMULACIÓN

 EL COSTO DE LA SIMULACIÓN

Pobreza, feminicidios, rezago educativo, violación de derechos humanos; son solo algunas de las problemáticas que encabezan la larga lista de afecciones que aquejan al Estado de México desde hace décadas y que de manera acumulativa se han agravado dejando saldos no solamente negativos sino lastimosos para todos.

Las justificaciones son incontables cuando se trata de explicar la naturaleza de los problemas mexiquenses pero no así cuando se trata de las soluciones, sobre todo porque, me atrevo a decir, en la mayoría de los casos quien puede actuar, intervenir o solucionar es el Estado. Y no es que el Gobierno del Estado de México (GEM) no esté facultado para accionar, más bien demuestra incapacidad, desinterés o una mezcla de las dos que se traduce en planes, programas, proyectos y acciones poco funcionales que abonan a una absoluta simulación.

¿Desde cuándo una limitada y condicionada transferencia de dinero soluciona los problemas de las mujeres mexiquenses? ¿Desde cuándo atender al sector más grande de la población, los jóvenes, consiste en armar concursos y dar talleres o conferencias? ¿Desde cuándo hacerle frente a la crisis económica consiste en improvisar programas sociales clientelares y de aplicación opaca?

 Es un hecho que el Estado de México es un espacio donde hay poca justicia social, donde resulta verdaderamente peligroso vivir sobre todo si se es mujer o joven  y no solamente por la inseguridad sino por las pocas oportunidades económicas, sociales, de salud y hasta de recreación. Lo anterior confirma bien lo dicho por Francisco de Quevedo: “Donde hay poca justicia es un peligro tener razón”.

Queda claro que cada vez somos más las ciudadanas y ciudadanos conscientes de la realidad que nuestra entidad vive, que cada vez somos más los que rechazamos la simulación, queda claro que cada vez somos más los que alzamos la voz y proponemos desde nuestras respectivas trincheras. Estamos pagando costos altísimos como sociedad mexiquense de tanta simulación y desinterés pero no estamos dispuestos a heredar esta deuda a las futuras generaciones.

*Economista y secretario de la Fundación Plan México

 

Alexis Olvera Pino

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