¿Cómo trabajan los medios de comunicación?

 ¿Cómo trabajan los medios de comunicación?

La falta de apoyo y de garantías para las personas representantes de los medios de comunicación muchas veces inicia en casa, es decir, en las empresas para las cuales trabajan.

Una gran parte de reporteras y reporteros no cuentan con seguridad social, ni con prestaciones. Muchas empresas se han negado a acatar el incremento al salario mínimo y el aumento en los días de vacaciones. Tampoco respetan los días feriados, su día de descanso, ni mucho menos la jornada laboral y ni qué decir de la posibilidad de desconexión digital, deben estar pendientes y atender órdenes de información 24/7, bajo el argumento que es su responsabilidad periodística.

Las y los periodistas muchas veces enfrentan malos tratos, agresiones de policías, de autoridades, de diferentes niveles de Gobierno, de políticas y políticos, pero también de la ciudadanía y de las propias empresas.

El trabajo de las y los reporteros por años ha sido narrar hechos, tomar fotografías o vídeos.

Lo primero: ganar audiencia

Con el crecimiento de la audiencia digital ya no basta tener una imagen, se requiere documentar todo el trayecto, las acciones de los grupos involucrados, hacer transmisiones en vivo para sus propios canales o las que les piden hacer sus jefas o jefes, en diversos medios de comunicación.

Gran parte de quienes trabajan en los medios de comunicación lo hacen sin identificación oficial porque sus medios no les otorgan un gafete que puedan portar de manera visible.

En los últimos meses se ha observado que la única acreditación visible que tienen es la otorgada por el Poder Legislativo para quienes ingresan a sus instalaciones y usan esta como medio de identificación.

No contar con una “buena foto”, un “buen vídeo”, no hacer transmisiones, ni ser capaces de realizar toda la crónica del hecho puede generar llamados de atención, incluso actas administrativas, en los casos donde importa más un like y ganar audiencia, que la integridad de las y los representantes de los medios de comunicación.

Muchos riesgos y poco apoyo

El problema es que la cobertura la hacen sin medidas de protección de parte de sus empresas, muchas veces en riesgo, corriendo tras la nota, en coberturas de accidentes, donde su vida ha estado en juego y ha mandado a varios al hospital.

Las empresas no cuentan con trajes, ni cascos de protección, máscaras antigases, ni siquiera botas para ingresar a zonas inundadas o ropa adecuada para coberturas con climas adversos.

De hecho, a muy pocos les apoyan con medios de transporte oficial para trasladarse a regiones en conflicto o emergencia, y en algunos casos son ellos o ellas quienes deben manejar, contestar llamadas, enviar reportes y tomar imágenes al mismo tiempo.

En otras ocasiones son enviados solos o solas a los llamados lugares de los hechos: sin viáticos, con sus propios recursos, corriendo riesgos hasta sanitarios, con horarios extenuantes.

Las órdenes que les dan sus superiores jerárquicos o quienes administran las redes de los medios de comunicación, se hacen sin protocolos de seguridad previos, sin que nadie mida el peligro real al cual se enfrentan solos, sin apoyo, más que el de otros compañeros y compañeras de diversos medios.

Necesitan correr, transmitir en vivo con las manos ocupadas, sosteniendo el celular o la cámara.

A veces comer o beber agua no es una prioridad porque saben que difícilmente habrá un sanitario cerca.

El trabajo, por más cámaras de alta tecnología que pudieran usar, no se logra a varios metros de distancia, menos con un celular de media gama -que en varios casos son propiedad del reportero o reportera-; requieren acercarse de manera razonable, pero es claro que debe ser sin obstruir la acción de la justicia, ni ponerse entre los grupos.

La realidad es que pocas veces es posible quedarse en un punto seguro cuando las movilizaciones van de un lado a otro, existen enfrentamientos o desastres naturales. No hay tiempo en medio del caos.

Y cada vez, los hechos violentos, los accidentes, las emergencias sanitarias y las manifestaciones son el pan de cada día en el Estado de México, sea en la zona conurbada a la Ciudad de México, en el Valle de Toluca o en el sur de la entidad.

Levantar la voz dentro y fuera de casa

Por supuesto que hay que levantar la voz ante agresiones, exigir sanciones para quienes se excedan en el uso de la fuerza pública, la intervención de la Comisión de Derechos Humanos, y sobre todo la prevención, la no repetición, no esperar que haya vidas truncadas o pérdidas que lamentar.

Sin embargo, también es necesario levantar la voz ante las empresas que envían a las y los periodistas sin ninguna medida de seguridad, muchas veces sin apoyo, a cambio de salarios muy bajos.

Y ni hablar de patrones que retrasan pagos.

Las deudas con las y los reporteros inician en sus lugares de trabajo y es donde los derechos laborales se deben hacer valer, también la integridad de su personal, donde se debe incluir forzosamente un seguro de vida.

También es momento que, de manera personal, cada quien mida el peligro en cada cobertura y valore la nota o la integridad física y emocional, si la empresa no lo hace previamente.

FOTOS: DAVID VILLANUEVA.

Marcaje Legislativo

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